Visitar Praga es como introducirse en un cuento de hadas en el que infinitas y mágicas torres acogen a pacientes princesas.
Las calles parecen creadas para el simple disfrute de los sentidos y están decoradas con el mayor mimo imaginable.
El marcado ambiente medieval que envuelve la ciudad es capaz de hacer retroceder a sus visitantes hasta tiempos inmemoriales para que nunca olviden un lugar tan especial.
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